Desde el parvulario hasta el doctorado, María Simavilla (Salamanca, 1983) siempre ha sido ilustradora.
No siempre supo que se dedicaría a esto. Quiso ser veterinaria, astronauta y conductora de un camión, hasta que un día se enteró de que lo que más le gustaba hacer era también una profesión. Y desde entonces, se dedicó a dibujar.
Pasó nueve años en la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy (Salamanca), hasta que ingresó en la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca a los 18 años, donde se licenció en la especialidad de dibujo.
Redescubrió el maravilloso mundo de la ilustración durante esta etapa, cuando en cuarto curso tuvo la suerte de pasar por el filtro del gran Miguel Ángel Pacheco en la asignatura de Ilustración. Cursó durante un año el programa Erasmus en la Academia de Bellas Artes de Venecia, donde tomó contacto con el mundo del grabado.
En sus estudios de doctorado en Historia del Arte-Bellas Artes ha analizado La situación del arte en el momento actual (Universidad de Salamanca).
Más de una decena de libros después, múltiples exposiciones y premios nacionales e internacionales, María es la prueba viviente de cómo el destino puede cambiar cuando te inscriben en una clase de dibujo.
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